En el día de hoy probamos un coche al cual le tenía muchas ganas de echarle el guante, y que no creía que pudiera conducir. Un coche que fue pensado para las familias, con una carrocería más parecida al dibujo que hacía con cuatro años, que a un coche. Cuadrado, con faros redondos y cuatro puertas, y que, pese a su filosofía de “coche para el pueblo”, también fue un “coche para rallyes”. Se trata del Renault 8 TS.
El Renault 8 fue lanzado en 1962 para sustituir al Renault Dauphine, un pequeño utilitario que llevaba en producción desde 1956 y que empleaba muchos elementos del Renault 4cv, un coche de postguerra y que, por ende, hacía que el Dauphine se quedara anticuado.
Respecto a su predecesor, el Renault 8 presentaba una carrocería más moderna y estilizada, con líneas más cuadradas (aunque suavizadas en sus extremos con curvas) que el Dauphine, que presentaba una línea más típica de los años 50.
Estas no eran sus únicas diferencias. Contaba con un motor de 956 cc y 41 cv (8 caballos fiscales) mientras que el Dauphine, contaba con una menor cilindrada y potencia, más concretamente 845 cc y 32 cv (4 caballos fiscales). También se incorporó una caja de cambios manual de cuatro velocidades, mientras que el “Delfín”, contaba con tres velocidades, exceptuando las versiones Gordini y similares que sí que contaban con cuatro marchas.
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Clásicos sobre ruedas – Renault 8 TS: El utilitario que se volvió deportivo
La ubicación del motor seguía siendo la misma, posición longitudinal trasera y tracción posterior, justo encima del eje trasero, que en el Dauphine contaba con un sistema de suspensión Independiente con muelles helicoidales, mientras que en el R8 contaba con una suspensión Independiente con amortiguadores hidráulicos. Si bien es cierto que es algo blanda, en una conducción urbana y tranquila, no compromete a la estabilidad del vehículo. Sin embargo, al salir a carretera de montaña, la cosa cambia. Así hablaba la prensa de la época sobre esta suspensión: “
Otro punto de mejoría en el R8 respecto al Dauphine, era su interior. Mucho mejor acabado y “tecnológico”.
Sin embargo, pese a tantas mejoras, el Renault 8 (incluyendo todas sus versiones), no fue capaz de superar en ventas al Dauphine. Mientras que del 8 se vendieron más de 1,3 millones de unidades, del Dauphine se vendieron más de 2 millones de unidades. Un pequeño fracaso para el nuevo modelo.
Hay que romper una flecha a favor del R8, y es que en el momento de su lanzamiento, la competencia era muy grande. Modelos como el Simca 1000, Seat 124 o los Citroen Ami 6. Modelos con mejores prestaciones en el caso del Simca y Seat, y mejor comfort y habitabilidad en el caso del Citroen.
Por ello, Renault decidió enfocarse en una versión más deportiva, que atrajera a un público que demandaba coches utilitarios para el día a día, pero con el que se pudieran divertir, e incluso competir en Rallyes o en copas de circuitos, como la Copa Renault.
Fruto de esa idea, nació el R8 TS, nuestro protagonista de hoy. Se hicieron varias modificaciones sustanciales, tanto en mecánica, como algunas ligeras en cuanto a estética.
Su motor fue modificado, creciendo hasta los 1.100cc y 60cv a 5.500 rpm. Se sustituyó el carburador Sólex 32 PIBT de cuerpo simple por un Weber 32 DRC de doble cuerpo, que también se empleó en el Alpine A11O.
En España, los R8 y R8 TS nunca obtuvieron discos de freno en el eje trasero como sí recibieron algunas unidades fuera de nuestras fronteras. Algo que, sin duda, hubiera mejorado la dinámica y la seguridad del coche.
En cuanto a mejoras estéticas, aparte de una nueva paleta de colores en donde destacaba el Azul France, como el de esta unidad, contábamos con un nuevo frontal, con cuatro faros en vez de dos, aunque los dos centrales, poco ayudaban en la conducción, pues los haces de luz se mezclaban y no mejoraban la iluminación.
En el interior, y más concretamente en el salpicadero metálico con contrachapado de madera, integraba cuentarrevoluciones, termómetro, y otra serie de relojes que daban la información justa y necesaria para la conducción, no como ahora…
Como ya hemos comentado antes, el motor va ubicado en la parte trasera, con lo cual, el maletero se ubica en la parte delantera. Para abrir el maletero, primero debemos accionar una palanca ubicada debajo del salpicadero. Después, levantar el capó delantero a la inversa que en los capó convencionales. Es decir, desde el parabrisas hacia el frente del vehículo.
Este maletero cubica unos 315 litros aproximadamente, una cifra bastante razonable teniendo en cuenta que se trata de un utilitario compacto. Sin embargo, es muy poco aprovechable, pues apenas tiene profundidad. Sí es largo y de anchura no va mal, pero no podremos meter objetos muy voluminosos. Esto era un punto en contra frente a los Ami6 y los 124, por ejemplo.
Sin embargo, cuando te compras un “deportivo”, quizás lo último en lo que piensas es en su maletero, y prefieres prestaciones, así que, al grano. Este coche, para los años que tiene, va realmente bien. He de decir que he probado coches modernos, con potencias similares, pero con una tecnología infinitamente mejorada, que les cuesta mucho más acelerar y avanzar que a este coche. Incluso en consumos, coches más modernos realizan peores cifras.
Según la prensa de la época, en una conducción normal por carretera, se podía llegar a hacer entre 6,5 y 7 litros a los 100km. Mientras que en una conducción más urbana, puede dispararse a los 13 l/100 km.
La caja de cambios de cuatro velocidades, tiene una relación de transmisión muy buena, aunque igual, la segunda se hace demasiado larga, teniendo que jugar bastante con el cambio para evitar que se ahogue en algunos momentos. No obstante, te permite estirar muy bien las marchas y exprimir al máximo el potencial del R8 TS. La palanca de cambios va directa al piso, sin guarnecidos ni túnel central, y su recorrido si que es, quizá a mi modo de ver, excesivamente largo para tratarse de un deportivo.
La posición de conducción es realmente fantástica, pero no en el sentido de bueno, si no en que parece de otro mundo, de otro concepto de conducción. Debido al pase de rueda que se introduce mucho en el habitáculo, los pedales están prácticamente ubicados en el centro del vehículo, por lo que tienes que desplazar mucho los pies a la derecha, mientras que el resto del cuerpo permanece a la izquierda. De hecho, gracias a que no hay separación entre el lado izquierdo y derecho, podrías conducir perfectamente desde el lado del copiloto, con algo de maña eso sí.
No obstante, resulta un coche muy cómodo, la suspensión es agradable y, para tener sus años, filtra muy bien. El problema viene cuando aceleras a fondo y todo el peso se ejerce en las ruedas traseras, pues el eje delantero se levanta y pierde efectividad, perdiendo casi por completo la dirección.
Una solución, que se aplicaba en la época, tanto en rallyes como en el uso diario, era colocar sacos de cemento en el maletero, es decir, en el morro del coche, para así mantener algo de peso en el eje delantero. Una solución algo espartana, pero eficaz.
En definitiva, el R8 TS es uno de esos coches de los que ya casi que no quedan, económico (en su momento), deportivo, bonito, con buenos acabados, práctico y fiable. Por no decir que cuenta con una personalidad única y muy diferenciadora. Por ello, si estás buscando un clásico, el R8 TS es un gran candidato para iniciarte en el mundillo de los clásicos, o para ampliar tu colección.