Ha visitado el garaje de Supermotoronline una moto con carácter, un gran guiño al pasado como nos tiene acostumbrados la marca india Royal Enfield.
Se trata de la Stealth Black 500, una adaptación algo más personalizada y agresiva de su hermana Classic. Su aire completamente clásico y fiel a líneas costumbristas rompe de lleno en una época plagada de ayudas a la conducción y avance tecnológico, posee lo mínimo exigido legalmente para poder circular con ella por carretera, y eso tiene su encanto.
La sensación de rodar en otra época nos acompaña durante toda la prueba.
Cada detalle estético la convierte en una verdadera clásica, su asiento forrado en piel apoyado sobre dos muelles cromados, su velocímetro incrustado en la parte superior del faro o sus largos guardabarros son un solo una muestra del mimo que ha recibido para asemejarse al máximo a una motocicleta de hace 60 años.
La única actualización obligada del modelo es la incorporación de serie del sistema de frenado con ABS, la seguridad ante todo.
Durante la prueba en ciudad se nota algo pesada y perezosa, le falta ligereza y le sobra altura para poder maniobrar con ella con más facilidad.
Su motor se mostró dócil y fiel en el entorno urbano, muy cómodo de llevar y de ser adaptado a nuestra manera de conducir y también cabe destacar su consumo comedido de 4 litros cada 100 km.
Pese a su peso de 190 kg podemos circular bien con ella y tomar curvas con soltura ya sea en rotondas o cambios de dirección.
En el apartado de carretera podemos decir que es una moto capaz de atravesar cualquier carretera en buen estado, su estabilidad de marcha es buena y nos permite alcanzar con decisión esos limitados 130 km/h, ya se que muchos pensarán que es una cifra algo corta para un motor de 500 c.c. pero en realidad me parece adecuado teniendo en cuenta las vibraciones que transmite el motor al conjunto, más velocidad convertirían el viaje en molestia.
Por carreteras secundarias se muestra más cómoda que en autovía, puede enlazar curvas divertidas con ligereza y afrontar repechos con dignidad, pero recordemos que no es una moto para subir la adrenalina sino para disfrutar del trayecto y de su comodidad.
Cuenta con un sistema de inyección Keihin con encendido electrónico digital y arranque eléctrico o a patada, para los más nostálgicos.
Su comodidad viene dada por un asiento monoplaza forrado en cuero y con posibilidad de añadir un asiento adicional para el acompañante.
Monta unas bonitas llantas multi-radio de 18 pulgadas calzadas por unas gomas con un ancho de 90 y 110 que le sientan como anillo al dedo. Para la suspensión Royal Enfield confía en una horquilla tradicional de 130 mm para la parte delantera mientras que en la trasera monta un doble amortiguador de 80 mm.
En su cuadro de instrumentos podremos consultar la información del cuentakilómetros y del velocímetro junto a los testigos de la gasolina y de la inyección.
En éste apartado la marca india juega con la combinación de materiales decentes con otros más precarios, pero el resultado tanto a la vista como al tacto es mejor de lo esperado, aparenta ser una moto dura y nada frágil.
Los detalles en negro mate junto a los cromados de algunos componentes forman una mezcla de lo más interesante.
La moto más fiel a los orígenes de las dos ruedas que se puede encontrar en el mercado actual. No es una moto para todos los gustos y hay que hacerse a ella, pero si lo haces puedes enamorarte de ella.
Tiene estilo único y carácter de sobra para satisfacer las necesidades de aquellos o aquellas que quieran disfrutar de la moto y del camino.
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Rodando con la Royal Enfield Classic 500 Stealth Black 2018 / Google Photos
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