¿Quieres comprar un SUV pero no quieres caer en la rutina de diseños repetitivos y sin personalidad?
Te interesará leer éste artículo en el que analizaremos al detalle todos los aspectos y características del superventas de Mazda. Un vehículo que nació en 2012 como respuesta de la marca ante la creciente demanda de modelos elevados y aspecto todocamino. Desde ese año solo hemos conocido dos generaciones, lo que nos hace ver el acierto de la marca en cuanto a motor y diseño.
En 2022 ha recibido una actualización principalmente estética para adaptar su diseño al nuevo código surgido tras la nueva línea del exitoso Mazda 3.
Líneas puras y sin estridencias, el Mazda CX-5 tiene todo el carácter sin abusar de líneas de tensión ni vértices imposibles. Es limpio, agresivo y elegante.


Análisis exterior e interior
Si hay una marca que tiene un código de diseño sólido y apetecible es Mazda. El CX-5 presenta unas líneas nuevas pero que identificamos al momento, sobre todo si va acompañado de su exitoso y copiado color Soul Red Crystal. Su frontal presenta unas líneas muy similares al de su versión pre-restyling pero incorpora unas ópticas más contundentes y agresivas, con una marca lumínica protagonizada por dos semiesferas en led.
También destacan sus nervios que nacen en la parte baja del parabrisas y que fluyen hacia la enorme y actualizada parrilla central. En la parte baja, su paragolpes destaca por su sobriedad y su falta de líneas de tensión, sólo encontramos limpieza y elegancia.
Su lateral es calcado a su versión anterior, con una cintura alta que fluye bajo las ventanillas y unos pasos de ruedas marcados y pintados en negro. Las ruedas mantienen su tamaño original y equipa, en este acabado Homura, pintadas en negro y con 19 pulgadas.
Pese a ser el acabado más deportivo, mantiene detalles cromados en la zona inferior del marco de las ventanas, al más puro estilo Mazda.
La zaga, presenta una configuración similar a su predecesor, centrándose en el cambio de la línea lumínica de sus ópticas traseras, con estilo redondeado, a juego con las delanteras.
El maletero es una de las pequeñas mejoras de su interior, ganando unos pocos litros gracias a la reordenación del hueco bajo la base, 520 litros lo sitúan en la media del segmento, algo escaso teniendo en cuenta las dimensiones del SUV japonés.
En el habitáculo nos encontramos un espacio luminoso y espacioso, con unos materiales más que decentes tanto en la fila delantera como en la trasera. Mazda ha dedicado un esfuerzo extra en demostrar que se puede equipar materiales de calidad en todo el habitáculo sin ser un coche de lujo.
Los asientos delanteros nos aportan un gran confort, buena sujeción lateral y evitan la habitual claustrofobia sentida en las filas de atrás cuando éstos son demasiado voluminosos o deportivos.
El puesto de conducción es sencillo y funciona bien, encontramos con facilidad la posición ideal gracias a un ajuste eléctrico del asiento. El cuadro de instrumentos es conservador, con una zona central digital y laterales analógicos, una apuesta más arriesgada de lo que parece viendo la digitalización masiva que sufrimos en el mercado actual.
Es destacable la elegancia existente en el diseño del salpicadero, con una pantalla horizontal como protagonista y unos mandos físicos muy acertados para el manejo del climatizador.

PRUEBA DINÁMICA
Empezamos por una de sus mayores virtudes, y es el trabajo realizado por Mazda para conseguir una insonorización casi perfecta, la unidad probada es el 2.2 Skyactiv-D, un motor con una rumorosidad elevada debido a ser diésel, a pesar de ello, durante un trayecto sin radio, conseguimos un silencio casi rotundo siempre y cuando el motor vaya bajo de vueltas.
Siguiendo con el bloque, encontramos un motor con un buen rendimiento teniendo en cuenta su potencia y peso y que no es ayudado por su caja de cambios, con un embrague difícil para conseguir suavidad en los cambios de marcha.
El aplomo aportado en vías rápidas es excelente gracias tanto al motor como a las suspensiones, ajustadas para encontrar el confort esperado en autovía y contrarrestadas por un chasis rígido que nos permite disfrutar por encima de lo esperado en carreteras reviradas.
La única pega que podemos aportar sería la entrega de potencia tan progresiva, es mejor estirar las marchas para aprovechar el cuatro cilindros de Mazda.
El tacto del freno también me ha gustado, el pedal no es esponjoso y su facilidad de dosificación de la frenada es óptima en todo su recorrido.
El consumo es otra de las ventajas de su motor diésel, durante la prueba hemos hecho una media de 6,4 litros cada 100 kilómetros, curiosamente por debajo de la homologación WLTP y que nos permitirá recorrer cerca de 800 kilómetros antes de entrar en reserva. Su media es fácilmente rebajada si hacemos más porcentaje de vías rápidas, situándose por debajo de los 6 litros.
VIDEO PRUEBA en YouTube
¿QUÉ NOS HA GUSTADO?
- Diseño exterior
- Acabados interiores
- Iluminación
¿QUÉ SE PUEDE MEJORAR?
- Caja de cambios
- Cámara trasera
IMÁGENES DISPONIBLES DEL VEHÍCULO PROBADO
En todo nuestro proceso de prueba, realizamos una serie de galería de imágenes de la moto probado para que podéis descargar en vuestro dispositivo, muchas gracias por leernos!
Nuestra valoración
Veredicto Final

